auf Formentera">
Can Corda y su aislada tranquilidad, impregnada de la particular atmósfera de Formentera, ofrece otoños privados, con la vista puesta en un horizonte limpio, escenario de luces cambiantes. Sin el bullicio del verano y con una población menguada, Can Corda es, más que nunca, espacio y tiempo de calma.
El huésped de Can Corda puede elegir ocupar parte del discurrir sereno del día leyendo los libros que lleve en su equipaje o que descargue en su portátil. Pero también puede encontrar libros en Formentera.
Ya hablamos de Bob Baldon, un norteamericano afincado desde los 60 en Formentera, y de su particular «Biblioteca Internacional», que funcionó hasta 1997 – https://cancorda.com/formentera-el-origen-hyppie-del-turismo-los-anos-60/ -. Para entonces -y desde 1983-, ya existía en la isla la «Biblioteca Municipal», que heredó el fondo de la biblioteca de «Bob, el americano».
En el año 2007, la Biblioteca Municipal, después de varias ubicaciones provisionales, abrió las puertas de su sede definitiva, en la calle Jaume I, número 1, de Sant Francesc.
MEHR DAZUEl otoño se ha instalado en Formentera.
La isla descansa del paso ruidoso de sus veraneantes y cede al capricho del viento y al oleaje imprevisible de un Mediterráneo que muda de color y carácter cuando golpea, picado, las playas del Sur, o acaricia, calmo como una balsa, las del Norte.
Es tiempo de tranquilidad en la más pequeña de las islas Pitiusas.
MEHR DAZUSi sales al porche de cualquiera de las casas de Can Corda o te paseas por alguna de las callejuelas de Sant Ferran, justo cuando el sol ya declina, posiblemente observes alguna lagartija fijada en una pared. Su objetivo es claro: conseguir una buena cena.
La “sargantana” (lagartija en castellano) se ha convertido en el símbolo de Formentera. No en vano, es el animal vertebrado endémico más antiguo de la isla. Ya se tenía noticia de su presencia en el período del Mioceno…
Este reptil (Podarcis Pityusensis) se encuentra en todas las islas e islotes de las Pitiusas y se discute científicamente si puede incluso hablarse de 30 subespecies de “sargantana”, todas ellas únicas y exclusivas.
MEHR DAZU¿Imagináis un paraíso sin unos caldos de calidad que lo aderecen? Formentera cultiva, en una proporción del 12,5% del suelo agrícola, unas vides que ya en su época se libraron de la filoxera que azotó la mayor parte de Europa. Sus cepos se enraízan en el suelo árido de los dos altiplanos de la isla para ser centinelas del mar Mediterráneo, sometidos a un clima seco y caluroso y acariciados por una brisa salina. Toda esa combinación de factores los hace únicos.
Can Corda se sitúa a medio camino entre una y otra plantación.
Los inicios de la vitivinicultura en Formentera se remontan a la repoblación del siglo XIII. En la carta de infeudación de 1246 se menciona la existencia de unas viñas en la zona de La Mola, cedidas a unos ermitaños. Ya en el siglo XVIII, se cifra en 79.000 cepas de vid y una producción de 11.400 litros.
MEHR DAZU