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Una imagen comúnmente extendida y asociada a las islas, es la de una vida calmada, pacífica…, una vida en la que el tiempo parece no importar y el paisaje lo envuelve todo de la atmósfera propia de una ensoñación. Si, por añadidura, pensamos en Formentera, renombrada constantemente como «el paraíso», se intensifica, quizás, este imaginario.
En rigor, hay algo de cierto en todo ello. Una isla es un territorio más o menos breve con esa frontera ineludible que es el mar. Desde una perspectiva continental, bien pudiera parecer que una isla es un lugar sin… salida. Y es verdad que, con un tono más distendido, la particularidad geográfica de estar o vivir en una isla «obliga» a ser autosuficientes; puesto que el resto del mundo queda, siempre, al otro lado del agua, todo lo necesario debe, de un modo u otro, estar «aquí» -cosa distinta es que el día discurra más o menos deprisa, desde la relatividad en el modo de entender y usar los relojes y su tic-tac-.
VEDI ALTROEl verano es una estación especialmente viva en todo el Mediterráneo; también en Formentera.
La isla es uno de los destinos predilectos de turistas de todo el mundo para esa época del año que invita a un cambio de vida y a buscar escenarios paradisíacos tan distintos, con frecuencia, de los escenarios comunes en la vida corriente de quienes viven inmersos en urbes ruidosas y ajetreadas.
Es entonces, en cierto modo, Formentera la que cede una parte de su identidad, precisamente la calma, ante el paso de sus visitantes, ávidos de paz y portadores, en cierto modo e inevitablemente, de ruido.
Cuando el verano llega a su fin, la isla recupera esa parte de identidad perdida y retoma su carácter más tradicional, estrechamente vinculado a su condición de pedazo de tierra rodeado de mar por todas partes… Formentera recupera la calma.
VEDI ALTROLa isla vuelve a vestirse con los colores del verano. Es el momento en el que la vida tranquila de sus habitantes experimenta la revolución de la llegada de los «turistas».
Lejos quedan los años 60, cuando la isla fue descubierta por un turismo todavía alternativo y minoritario, pero algunas cosas no han cambiado tanto desde entonces.
Si aquellos primeros visitantes buscaban un paraíso, muchos de los visitantes que ahora llegan a Formentera también buscan su paraíso; la oportunidad de, por unos días o semanas, vivir una vida distinta, conectada con el mar, con la tierra, un retorno a la esencia.
Puede que sólo sea un sueño, pero el sueño sigue ahí.
VEDI ALTRODespués de un invierno en el que la isla ha vivido instalada, durante la práctica ausencia de turistas, en sus propias y muchas ocupaciones, se acerca la Semana Santa, la primera gran escapada para muchos ciudadanos de la Península que buscan un paraíso en el que refugiarse por unos días.
Este año, la Semana Santa empieza el 14 de Abril -domingo de Ramos- y termina el día 21 -domingo de Pascua-, y Formentera ya está preparada para recibir a los visitantes que van a tener la oportunidad de disfrutar de una isla todavía ajena al bullicio veraniego y que les va a proporcionar, durante el día, unos agradables 22º de temperatura, para, eso sí, refrescar por las noches.
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