Formentera: una tradición vitivinícola
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Formentera: una tradición vitivinícola

Can Corda. Entre tierra de vinos

¿Imagináis un paraíso sin unos caldos de calidad que lo aderecen? Formentera cultiva, en una proporción del 12,5% del suelo agrícola, unas vides que ya en su época se libraron de la filoxera que azotó la mayor parte de Europa. Sus cepos se enraízan en el suelo árido de los dos altiplanos de la isla para ser centinelas del mar Mediterráneo, sometidos a un clima seco y caluroso y acariciados por una brisa salina. Toda esa combinación de factores los hace únicos.

Can Corda se sitúa a medio camino entre una y otra plantación.

Los inicios de la vitivinicultura en Formentera se remontan a la repoblación del siglo XIII. En la carta de infeudación de 1246 se menciona la existencia de unas viñas en la zona de La Mola, cedidas a unos ermitaños. Ya en el siglo XVIII, se cifra en 79.000 cepas de vid y una producción de 11.400 litros.

Formentera: dos bodegas propias

De los ermitaños de La Mola, nació el nombre de un vino tinto “Es Monestir”, premiado con la Medalla Bacchus de Plata 2017 (concurso internacional que organiza la Unión Española de Catadores). Fue escogido entre más de 1.700 caldos.  La cosecha: la de 2013.

Pertenece a la bodega Terramoll, una de las dos bodegas existentes en Formentera. Instalada en el altiplano de La Mola, Terramoll trabaja desde el año 2000 en 12 hectáreas de vides, recuperando variedades autóctonas como son Monastrell y Malvasía o innovando con foráneas como Viognier, Cabernet Sauvignon o Merlot.

La otra bodega de Formentera se encuentra en Es Cap de Barbaria (hablamos de él en el post de la semana pasada, cerca de Can Corda).

CapdeBarbaria combina cuatro variedades en dos parcelas que no suman las dos hectáreas. En la primera, justo delante de la finca antigua reconvertida en hotel, hay un 60 % de Cabernet y un 40% de Merlot.  En la otra, se reparte una viña de más de 40 años de Monastrell y Fogoneu. Sus caldos, aunque de producción pequeña, son también de excelente calidad.

Can Corda, una oportunidad para disfrutar, también, de los productos de la tierra. 

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